La toxina botulínica es una toxina que disminuye las señales del envejecimiento, especialmente las arrugas alrededor de los ojos, la frente, las mejillas y los labios. 

Las arrugas son una característica normal de la cara, pero muchas personas sienten que las arrugas las hacen verse cansadas o mayores.

¿Cómo actua la toxina botulínica?

La inyección de toxina botulínica actúa en el músculo a través de la piel, elimina o reduce de forma temporal tanto las arrugas de expresión (las que aparecen al hacer algún movimiento o gesto con la cara) como las arrugas del entrecejo, del cuello y las “patas de gallo”, todas ellas debidas, en gran parte, a la contracción de los músculos subyacentes. La toxina paraliza estos músculos temporalmente, con lo que la piel adquiere un aspecto liso y la expresión se suaviza y rejuvenece.

¿Se puede utilizar en la parte inferior del rostro?

Los intentos de corregir arrugas en esta zona de la cara han presentado respuestas variables (a veces buenas y a veces malas), con muchos efectos secundarios. Por todo ello, actualmente su utilización no está indicada para tratar las arrugas a este nivel.

¿Es dolorosa su aplicación?

El procedimiento de inyección de la toxina botulínica no es molesto y no precisa anestesia. Si fuera posible, las personas en tratamiento con antiagregantes (aspirina) o anticoagulantes deberían suspender dicho tratamiento unos días antes para evitar hematomas (moratones).

¿Se debe tener algún cuidado tras las inyecciones?

En los lugares de inyección puede aparecer una leve inflamación fugaz o un hematoma (moratón), siendo la reincorporación social inmediata. Es recomendable no acostarse, no tocarse ni gesticular con las regiones tratadas en las tres o cuatro horas siguientes a las inyecciones para evitar que la toxina se desplace a zonas que no se desea tratar.

¿Cuánto duran los efectos?

La parálisis muscular aparece al segundo o tercer día de la inyección de toxina botulínica y se intensifica progresivamente hasta finalizar la segunda semana. Este plazo varía según el músculo tratado. Suele durar de cuatro a seis meses aunque la respuesta varía de un paciente a otro y, en el mismo paciente, de un lugar a otro y de una sesión a otra. Pueden aparecer resistencias tras varios ciclos de tratamiento en un pequeño porcentaje de pacientes. Estas resistencias son, generalmente, duraderas.